Se habrá impregnado de perfume la madera,
los clavos y esa lanza profana en tu costado
pues con certeza el flagelo de humano instigo
no logró que Tu Espíritu fuera doblegado.
Y Tu Esencia Bendita – ¡OH, JESÚS!
descendida de un Padre Omnipotente,
por allende hubo de esparcirse cuan letanía
sin que ninguna alma quedara indiferente.
Y esa tosca cruz, sin vanidad, ni pretensiones
que abrazara TU CUERPO por cruel designio,
debió de TI aromar las entrañas de sus vigas
y sollozar en el calvario como niño.
Así también ese metal fraguado y frío
que TU CUERPO aguijoneara, impío, agudo,
lacrándose con Tu Sangre consagrada
embebido fue por ley divina con tu efluvio.
Madera y clavos… ¡Verdugos desdichados!
¿En dónde sucumbieron después de la Pasión?
silentes en mortaja mohosa y carcomida
en su final estaban perfumados por Dios.
Marina Flores Rozas
Chile, abril del 2017
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